viernes, 23 de noviembre de 2012

Santificado sea mi otro nombre (reportaje)


 
¿Quién va a querer formar una familia con una puta?

 

Con jeans talla cinco, blusa blanca de tirantes, tacones de plataforma de 10 centímetros y con un maquillaje muy natural es como sale todos los días de su casa para ir al trabajo en donde toma la ruta del colectivo y baja 2 cuadras antes para que nadie que la conozca sepa por donde queda su trabajo. A las 9:00 de la mañana es su horario de entrada a “360°”, una casa de citas muy conocida por el sexo masculino. Dulce, como se hace llamar cada vez que llega y sale de su trabajo comienza su transformación, ahí utiliza un maquillaje exagerado, se marca más las cejas y se pone ropa diminuta para lucir intacta y llamar la atención de quien la vea. Mientras saluda a sus amigas y ve que nada comienza, ella lee mentalmente las revistas y sonríe mientras menea el cabello recién teñido de rubio.

Dulce no fue una niña maltratada, tuvo una infancia normal, bastante envidiada por muchos porque jamás se le prohibió salir con sus amigas, es más, tuvo exceso de confianza en el cual por la falta de responsabilidad de su parte y de su novio salió embarazada a los 15 años de edad, cuando apenas comenzaba a entrar a la etapa de la adolescencia, que no disfrutó, porque ahora tenía que cambiar las fiestas por los pañales, además de que no tardó mucho en separarse del papá de su hijo Carlitos del cual sólo recibía maltratos y humillaciones y  que un día jamás volvió a tener razón de él, es por eso que decidió regresar a casa de sus padres, quienes siempre le han dado el apoyo incondicional. Lo difícil llegó a 18 años de edad, ella acabando de terminar la preparatoria y su bebé a punto de entrar al Kínder.  En ese tiempo la situación económica era crítica, Dulce comenzó a buscar trabajo sin tener éxito en ninguno por la falta de experiencia y después de intentar por varios meses llegó  a la desesperación y a los 19 años aceptó la oferta que le propuso una amiga de trabajar en la casa de citas.

Con un cuerpo aún bien conservado dulce con siete años de experiencia de trabajadora sexual sabe que cuando la madrota choca las palmas es hora de bajar por las escaleras y mostrar la cara más coqueta y fingida posible para que el cliente la contrate. Ella, como ya es bien conocida solo tiene un día de descanso a la semana, pero hay ocasiones que tiene que trabajarlos porque los fines de semana son días altos y tiene que aprovecharlos cuando viene la temporada en las que salen temprano del trabajo por la falta de servicios y tiene que irse a su casa mintiéndole a su madre que el evento del cual fue edecán terminó rápido. Ya contratada para el servicio, el tiempo que tienen los clientes con Dulce es de 40 minutos, 10 de masaje y luego el tiempo “relax”, el acto sexual en donde ella tiene soportar 3 posiciones y una eyaculación del hombre al que jamás ha visto y que no desea volver a ver nunca porque tan solo le provoca sentimientos encontrados en donde  la hace sentir como una mujer que no vale más de 450 pesos menos el 35% que se reparten entre la madrota y el dueño de la casa. Lo único que a veces la hace olvidarse de su vida es aquel cliente que llega y paga el servicio nada más para platicarle los problemas que tiene en su casa y le hace recordar que todos son mortales, que todos sufren por distintas cuestiones y que su profesión no le impide ser amiga de cualquier persona, sin embargo tiene que seguir ahí mientras siga teniendo la necesidad de mantener a su hijo, aunque sueña con que llegue el día en que encuentre un trabajo digno y deje de prostituirse.

Para Dulce hay días en los que tiene ocho servicios sexuales que provocan que salga con la sonrisa donde enseña sus dientes parejos y enormes pestañas que le dan un toque único, angelical y sensual a la vez, y que ella sabe que son armas para llamar la atención de cualquier hombre y provocar presencia ante los demás. Como en días buenos, Dulce regresa al mismo maquillaje que tenía al salir de su casa, vuelve a ponerse los jeans y la blusa que aparentan sus 27 años y se olvida del nombre de Dulce, que sólo utiliza en su otra casa, en la de citas.

Cuando ella no trabaja, es una madre como cualquier otra, lleva a Carlitos a jugar a los parques de diversiones junto con sus padres porque son su única familia, ya que ella no puede darse el lujo ni siquiera de tener novio y cada vez que lo piensa ella misma se responde con una interrogante “Quien va a querer formar una familia con una puta”.

 

 

 

 

 

v  Se entrevistó de manera independiente a 10 mujeres que se dedican al hogar: Cinco amas de casa que aún permanecen casadas y con hijos y cinco que son madres solteras.

 Todas las amas de casa que permanecen en el matrimonio y cuatro madres solteras de Tuxtla Gutiérrez Chiapas concuerdan que las trabajadoras sexuales son mujeres que no se tienen respeto a ellas mismas. Las consideran como mujeres flojas, ya que hay muchas oportunidades de empleo en el estado de Chiapas para no llegar a dedicarse a la prostitución y también creen que no es el trabajo adecuado para una mujer que tiene hijos o familia porque de alguna u otra manera pueden llegar a enterarse y se será un mal ejemplo ante ellos.

Sólo una de las madres solteras opina que no todas las trabajadoras sexuales deciden dedicarse a la prostitución por la misma causa, ya que es cierto que las oportunidades de trabajo en Tuxtla Gutiérrez para las mujeres que no tienen los estudios terminados son muy limitadas.

Por otro lado, estudiantes de Educación media superior respondieron que la prostitución no debe ser tan discriminada por una “Sociedad Anticuada” porque es un trabajo que como el de todos, merece respeto y que cada día se expande más no sólo en el Estado de Chiapas, sino en todo el mundo,  ya que cada una de las trabajadoras sexuales tienen una razón, diferente  (Necesidad, costumbre, influencias o ambición) para dedicarse a este oficio y no merecen ser insultadas, sin embargo no lo ven como la única solución para resolver problemas económicos.

 

 

 

 

 

 

Miss Movidas

 

De los cuatro años que tengo de prostituirme nunca había tenido tanto miedo como el que tuve la semana pasada. Definitivamente no fue mi día.

Iba caminando por la calle, para ser más precisos, casi saliendo del portón de la Salazar Narváez, salí dos horas antes de mi horario y opté por ir al centro a comprar unas cosas que me hacían falta cuando de la nada apareció un carro muy lujoso que me pitó y se paró, bajó sus vidrios polarizados y me sonrió. Era el dueño de la marca de carros Volkswagen, un cliente muy frecuente que cada vez que está borracho me habla o me manda mensajes de texto para decirme lo mucho que me quiere y de vez en cuando me ocasiona problemas con mi novio y tengo que decirle que es una mujer que está enamorada de mi para evitar los celos y los cuestionamientos. Entonces me subí, ya que me iba a ahorrar los cinco pesos del colectivo tenía que aprovechar, apenas pasamos el primer semáforo y que nos toca el rojo en el segundo, no sé, pero por alguna razón sentí que el tiempo pasaba demasiado lento aunque la plática estaba interesante; Me estaba proponiendo el señor gordo que fuera su amante de planta y que me pondría casa, carro y  me pasaría una buena cantidad de dinero mensualmente, pero a cambio de eso quería sexo sin protección e interrumpir mis momentos familiares, la cosa es que le dije que mejor me llamara cada vez que tuviera “sus necesidades”, me pagara por mis servicios y así los dos contentos, cuando volteé a ver el carro de a lado y veo la cara de mi papá también viendo el semáforo fijamente, sin parpadear. Ni lo había pensado cuando mi celular ya estaba tirado y yo buscándolo de modo que no subiera mi cabeza. Sentía que la sangre se me subía a la cabeza y se me bajaba hasta los pies  y las ojeras eran una llamarada de lo calientes que estaban cuando me dijo mi cliente que el señor lo quedaba viendo, ese minuto se me hizo eterno, y para llegar a mi casa también mientras pensaba que mentira le inventaría a mi papá para que no descubriera mi movida. Lo saludé como si nada al igual que él a mí. Tengo tanta suerte que no me vio.

Me daría mucha vergüenza que mi familia se enterara de tienen una hija y una hermana puta, ellos piensan que soy una santa, pues yo no soy una joven de 21 años antrera, es más casi ni salgo y me porto bien, cuando voy a hacer mis servicios sexuales interrumpo alguna clase sin importancia y antes de la hora ya estoy de vuelta, ni tampoco soy una persona que tenga necesidad. Recuerdo que cuando estaba en la prepa mis amigas andaban de 2000 a 4000 pesos en su cartera y me dijeron que me iban a presentar a unos amigos que me pagarían 500 pesos con tan sólo platicar con ellos. Ahí empezó mi mal, ahora ya cobro 1200 por servicio, con hotel y transporte pagado por una hora, y entre más rápido se venga el cliente mucho mejor. Cobro así porque tengo mis virtudes, no cualquiera puede acostarse conmigo, soy una prostituta independiente, sin jefe y sin horarios, nada más cuando quiero tener dinero de más. Lo único que no me gusta de mi trabajo son esos viejitos feos, con granos en la cara, feos, sin gracia y que se les tiene que cumplir porque al fin de cuentas están pagando. Sé que no tengo necesidad, pero sí ambición de dinero, así que cada vez que me imagino que pudiera regresar el tiempo vuelvo a ser la misma Cynthia sin apellidos de siempre.

Otro susto que me pasó ese mismo día del semáforo, pero en la tarde, fue en el Supermercado. Fui con mi novio, que no sabe nada, con el que llevo dos años y con quien planeo casarme de blanco y tener hijos, nos encontrábamos en el pasillo de “Licores” cuando a lo lejos divisé a un señor de bigote, alto y de dinero, ahí sentí que mi vestido largo y floreado no taparía mi rostro, mucho menos mi cabello ondulado que ya me llegaba a los hombros. Así que comencé a caminar cuando mi novio me detuvo con su mano para presentarme a su tío, no me quedó de otra más que saludar al señor como si nada mientras él me halagaba como si fuera una buena mujer, porque la ley de las trabajadoras sexuales es que si te topas a un cliente en la calle no lo conoces, no lo has visto. La única buena represalia que tuve ese día es que mi ex cliente y nuevo tío, quien no dijo nada, nada más me habló para preguntarme si seguía en mis movidas y  con toda seguridad le respondí que ya no.

A veces tengo miedo de contraer alguna enfermedad, uno nunca sabe qué tipo de enfermedades pueden tener lo hombres que frecuentan a las prostitutas aunque se utilice protección, pero pueden más mis ganas de comprarme cosas lujosas en este trabajo, aunque puedo considerar dejarlo cuando termine mi carrera porque a la larga todo se sabe.

 

 

 

v  El hombre, sin importar edades es el principal personaje que frecuenta a las trabajadoras sexuales, cada uno depende a sus posibilidades.

Se realizó un sondeo a 24 hombres, entre ellos estudiantes de Universidad pública y privada, adultos con y sin estudio que se encuentran trabajando actualmente.

 

Estos fueron los resultados:

Siete de 10 jóvenes que van entre los 20 y 24 años de edad y que actualmente están estudiando la Universidad pública dice que la cantidad más alta que estarían dispuestos a pagar por un servicio sexual es de 400 a 500 pesos.

Cinco de 10 jóvenes que van entre los 20 y 24 años de edad y que actualmente están estudiando la Universidad privada dice que la cantidad más alta que estaría dispuestos a pagar por un servicio sexual deriva entre los 1500 a 2000 pesos.

Adultos con un trabajo de salario mínimo e inestable prefieren ir a la “Zona de Tolerancia”, mejor conocida como Zona Galáctica de Tuxtla Gutiérrez a la cual se acude para servicios sexuales con bajos costos que van desde los 30 pesos, la más barata.

 Adultos con una profesión, un trabajo estable y buen salario dice que la cantidad más alta que estaría dispuestos a pagar por un servicio sexual es de 1500 (La más barata) y 4000 pesos, ya que para ellos son las “más saludables” o prefieren ir a bares conocidos y de prestigio en donde también hay sexo servicios de mujeres extranjeras con bailes incluidos de alta calidad.

 

 

 

 

 

 

Solo la calle está enamorada de mí

 

La falda larga  hasta el tobillo y una blusa floja de tirantes sin sostén hacen notar los senos un poco caídos pero sin estrías a pesar de haber amamantado ya a dos hijos. Paola, a sus 30 años de edad aún conserva aquellas tradiciones de poner árbol de navidad en la pequeña casa que renta ubicada en la colonia “Las granjas”.  Mientras barre con una escoba de palma y le dice adiós con la mano a una vecina ella sin esperar alguna pregunta dice que cuando era pequeña su mamá le pegaba y la acostumbró a hacer los quehaceres de la casa, es por eso que ella no puede permanecer sentada durante mucho tiempo porque siempre anda viendo que acomodar.

“Tengo que dejar todo limpio para la noche” Dice Paola abriendo el tema de conversación, sus hijos aún son pequeños para entender que ella tiene que salir cuando ellos duermen para ganar dinero y poder pagar los gastos del kínder, además de que el verdadero origen de ellos se gestó en las calles de la Avenida Central de Tuxtla Gutiérrez, cuando pensó que por fin había encontrado el verdadero amor con un cliente después de tanto sufrimiento que ya le había causado su propia madre cuando comenzó a venderla con los hombres y a la cual no volvió a ver desde que se fugó de su pueblito.

Ella no culpa a su madre por haberla inducido a este camino, la culpa por no haberle dado una infancia como cualquier niño y por no enseñarle nada más que vender su cuerpo para poder mantenerse durante 12 años que lleva en este oficio, que señala como una manera de ganarse la vida honestamente porque no afecta a otra gente más que a ella misma.

Lo único que ella evita es volver a embarazarse, ha abortado tantas veces que ya perdió la cuenta, y todo por aceptar un “dinerito” extra que le ofrecen a cambio de tener sexo sin protección, claro, siempre se fija quien vale la pena, no vaya a ser que en una de esas le vayan a contagiar alguna enfermedad de transmisión sexual, aunque asegura no tener miedo si en una de esas le toca la mala suerte y se va “pal hoyo” a donde todos van.

 

 

Hace algunos años, Paola trabajó en una  casa de citas, donde fueron sus inicios, pero dice que te quitan un porcentaje que viene dando lo mismo que trabajes en la calle de independiente o en una casa de citas. Dice que ella ya tiene sus clientes que siempre la buscan porque aparenta menos edad de la que tiene, aunque suelen haber días bajos y prefiere faltar cuando ya le ha ido bien en los anteriores que hace de tres a cinco servicios por noche. “Papito lindo yo te doy todo lo que quieras” son palabras que usa cuando van pasando algunos hombres a altas horas de la noche que andan escogiendo a quien llevarse al hotel o posadas más cercanas y con esas caen, con una sonrisa y mirada llena de seguridad comenta  esta trabajadora sexual que se para siempre acompañada de alguna de sus colegas para protegerse entre ellas de cualquier sínico que se quiera propasar.

            Su única familia son sus hijos y sus amigas que también se dedican a lo mismo por diferentes cuestiones, algunas por necesidad, otras obligadas por su mismo marido y ella que asegura que ya es su vocación.

-          ¿Familia?

-          Pues sí. Ningún hombre se va a querer casar conmigo. Sólo la calle está enamorada de mí.

Paola sabe que con el nuevo horario oscurece más rápido y ya tiene que ir pensando cuál de todos sus vestidos cortos va a llevar puesto esta noche, los tacones y un perfume barato que le regalo la vecina, pero sobre todo sabe que tiene que dejar el corazón con sus hijos porque en la calle de nada le sirve.

 

 

 

 

 

 

El doctor Hubert Díaz Toledo, Ginecólogo Recertificado por el Consejo Mexicano de Ginecología y Obstetricia, en su experiencia laboral ha atendido a muchas trabajadoras sexuales.

-¿Cada cuánto acuden las trabajadoras sexuales a su consultorio?

- Depende, si hablamos de una trabajadora sexual irresponsable viene hasta cuando se nota alguna secreción rara en su parte, granitos o algún tipo de malestar que la haga acudir al laboratorio, ahora si hablamos de cada cuanto debe venir una mujer activa sexualmente a checarse debe cada tres a cinco meses, esto quiere decir que una trabajadora sexual debe hacerlo cada mes porque tienen más riesgos de contraer enfermedades por el contacto sexual.

-¿Cuáles son las enfermedades más comunes en las trabajadoras sexuales?

-Hoy en día, el mayor peligro con las infecciones de transmisión sexual (ITS)  se debe al virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y al virus del papiloma humano (VPH), siempre hay quien no logra salvarse de los resultados al realizar un estudio completo y otras que solo tienen una infección vaginal que con un tratamiento desaparece.

-¿Las trabajadoras sexuales son un punto débil para estas enfermedades?

-Claro, las prostitutas y sus clientes son de alto riesgo para VIH. Con menos utilización de condón tienen más clientes, trabajan más y más días por semana.

-¿Qué se necesita para combatir estos problemas?

- La prostitución es algo que no va a dejar de existir, algo bueno que puede hacer el gobierno es aportar más información a las trabajadoras sexuales, ir a sus lugares de trabajo para poder facilitar el chequeo para la prevención de estos con servicios gratuitos y si se detecta pues pagarles el tratamiento.